Tened en cuenta que, a no ser que llueva (o incluso cuando llueve), el centro del ambiente son las Txosnas, esas “tabernas” que se montan en todos los eventos, creando un espacio para la fiesta. Normalmente cada txosna está dinamizada por alguna asociación del pueblo con el fin de recaudar dinero para un proyecto. Así que, ya sabéis, acercaos a su barra porque, además de copas baratas, estaréis contribuyendo a que asociaciones del pueblo puedan llevar a cabo sus propósitos. Y hablando de copas (o como decimos aquí, tragos), no os pongáis sibaritas y esperéis encontrar cócteles elaborados, estáis en Euskadi y lo típico es pedir una caña o un kalimotxo, y si la noche avanza, animarse con un gintonic o un ginkas… o combinados sencillos. Siempre suele haber alguna txosna que tiene el bien más preciado a la hora de la cena: bocadillos. Eso sí, también aquí prima la sencillez: lomo con queso, bacon o tortilla. Aunque las txosnas tienen música, muchas veces suele haber muy cerca un escenario en el que cada día hay conciertos, verbena o algún espectáculo.